miércoles, 24 de julio de 2013

Sobre la libertad (I)

"Non lícet vos esse"
(No les está permitido a ustedes existir)

Se dice que los poemas no concluyen, se abandonan. Llega un momento en que es necesario ponerles fin y aunque al parecer de los expertos sea algo bien definido, sucede que un poema es siempre algo inacabado e inacabable.

Así es la libertad. Un viaje que siempre comienza y nunca termina. Se suele vincular la libertad al Éxodo, a la peregrinación de los judíos en el desierto hasta llegar a la tierra prometida y aunque el libro se cerró, el éxodo persiste, la lucha por la libertad sigue … el poema continúa. Esta es una de las tesis centrales de José Ma. Cabodevilla: nos habla del Éxodo como un poema de liberación. Es uno de los mejores escritores de habla castellana, un enorme, exquisito e inspirador pensador cristiano.

Hay puntos importantes, de inflexión, de logros considerados esenciales: para algunos será el nacimiento de Cristo, de Buda o de Mahoma, para otros la Revolución Francesa, para alguien más la Revolución Bolchevique. Nosotros tenemos la nunca bien estudiada Revolución Comunera, la Independencia, la fundación de los partidos políticos, el inicio de los Movimientos Sociales, etc.

Existen, indudablemente, quienes no puedan olvidar el día de su casamiento (fatídico, a veces), nunca olvidaremos el día en que nacieron nuestras hijas, hijos y siempre recordaremos la irrupción del malón de nietos.

Fechas memorables son el día de la Declaración de los Derechos Humanos (1948) y la Convención Suplementaria sobre la Abolición de la Esclavitud, la Trata de Esclavos y las Instituciones y Prácticas Análogas a la Esclavitud, de 1956, aunque todos sabemos que promulgar no es observar.

Hoy, estamos batallando por los mismos derechos humanos, desplegados en distintos contextos históricos y de diferentes maneras. Una buena parte de las libertadas proclamadas por todas las revoluciones, fueron y son, puramente formales; en todo caso, solo un grupo pequeño pudo usufructuar una pizca de libertad. Y sigue la historia…

El Éxodo supone un Faraón y esclavos, que ignoraban serlo. Y por supuesto, no puede haber una buena historia sin Moisés, quien se resistió todo lo que pudo al mandato de Yavhé de liberar a su pueblo: “No sé hablar, soy torpe, cuando hablo no me escuchan y se ríen. Ni siquiera saben que son esclavos, cómo, entonces, voy a liberarlos”

Yavhé fastidiado, le encomienda a Aarón la tarea de comunicar a los hebreos lo que Moisés quiere decir. Moisés sabe qué decir, Aarón sabe cómo decirlo.

La libertad la hemos conquistado una y otra vez, pero necesita ser reconquistada otras tantas. El problema es que no sabemos si cada conquista nos lleva a una mayor libertad. ¿Quién lo sabe realmente? Cada lucha alcanza un grado o una forma de libertad, que necesita ser renovada.

Por cierto, la esclavitud era legal y para hacerla posible alguien tuvo que argumentar a su favor. La esclavitud se estableció como cualquier otro fenómeno social de importancia, no de la noche a la mañana, sino por medio de un proceso político  que la implantó.

El hecho es que, en la Edad Moderna, la esclavitud era una institución totalmente asumida, y eso se demuestra con la falta de oposición a su existencia. Recién en el siglo XIX con la Ilustración, aparecen cuestionamientos al sistema de la esclavitud expresados en los movimientos abolicionistas de la época.

La mayor parte de juristas y teólogos no la condenó en forma expresa y abierta, pues en esos tiempos, había casi unanimidad de criterios al valorar su licitud y legitimidad. 

Los tratadistas que escribieron sobre el tema, por lo general, se limitaron a interpretar y discutir acerca de la aplicación de los títulos de esclavitud. A lo sumo, especificaron los requisitos a los que había que atenerse la práctica de la esclavitud para que fuera lícita. Así emergió la distinción entre “esclavos justos e injustos”.

Caramba ¿dónde están mis esclavos? ¿O el esclavo soy yo? No puede ser, pues tengo todo un sistema jurídico que me protege, podría tener esclavos justos o ser un esclavo justo. 

Quizás, el mismo sistema jurídico me envuelve de modo tal que, casi sin darme cuenta, un día despierte siendo esclavo, con título de propiedad, listo para el mercado. (Suponiendo que la mano invisible me incorporara en su stock, cuestión harto dudosa, por cierto)

Así pues, asumido que la esclavitud no suele emanar de naturaleza, del orden “natural de las cosas”, sí se admite la servidumbre legal basada en el nacimiento de madre esclava, venta propia, venta de hijos, compra o por delitos y, por supuesto, la esclavitud derivada de la guerra justa (un gran invento de nosotros, los cristianos).


Lo dicho: la antigua esclavitud tuvo fervientes partidarios, la nueva también. Alguien un poco macabro escribió un poema:”El cáncer es una cosa chistosa”. Sin ser sombrío. lo mismo cabría decir de la pobreza:”A las personas no se les permite ser tan pobres como para ofender o causar dolor a la sociedad…. La pobreza es un problema en la medida en que los bajos ingresos crean problemas para quienes no son pobres”.

Ser pobre puede resultar doloroso, pero “ofender” a la sociedad es una verdadera tragedia. Sería como ofender por el mero hecho de existir. Realmente, solo a cretinos morales se les puede ocurrir tamaña aberración.

Por cierto, en determinadas situaciones algunos sectores del pueblo, reniegan de la libertad. Por lo demás, ninguna revolución ama la libertad. Las nuevas capas sociales que de ella emergen, no demuestran mucho apego a la libertad, solo la aprovechan para ascender.

 Una nueva libertad suele engendrar nueva tiranía. No importa que Ramsés sea, siempre hay alguno, que diseña barcos negreros. líneas de montaje , minas de carbón, plantíos de banana, factorías de maquila o lo que sea, siempre que haya lucro. 

Son esclavos con distintos nombres: siervo, obrero, bracero, criado, peón, empleado. Solo sigue órdenes: mover cosas, apretar una tuerca, cargar un camión. Siempre trabaja con cosas ajenas, con máquinas que no son suyas, en un galpón que no es suyo, siempre buscando beneficios que nunca serán suyos.

Es estremecedoramente simple: Ramsés sabe, Ramsés necesita esclavos que no crean serlo para mantener el orden que lo beneficia.

¿Soy un esclavo? ¿Lo eres tu?

Luis C. Simancas



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