SOBRE
VERDAD Y MENTIRA EN SENTIDO EXTRAMORAL FRIEDRICH NIETZSCHE
· En algún apartado rincón del universo centelleante,
desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que
animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y
falaz de la «Historia Universal»: pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. Tras
breves respiraciones de la naturaleza el astro se heló y los animales
inteligentes hubieron de perecer.... cuán lastimoso, cuán sombrío y caduco, cuán estéril
y arbitrario es el estado en el que se presenta el intelecto humano dentro de
la naturaleza. Hubo eternidades en las que no existía; cuando de nuevo se
acabe todo para él no habrá sucedido nada, puesto que para ese intelecto no
hay ninguna misión ulterior que conduzca más allá de la vida humana......
· ......si pudiéramos comunicarnos con la mosca,
llegaríamos a saber que también ella navega por el aire poseída de ese mismo pathos, y se siente el centro volante de este mundo.
Nada hay en la naturaleza, por despreciable e insignificante que sea, que, al
más pequeño soplo de aquel poder del conocimiento, no se infle inmediatamente
como un odre.... .......Ese
orgullo, ligado al conocimiento y a la sensación, niebla cegadora colocada
sobre los ojos y los sentidos de los hombres, los hace engañarse sobre el
valor de la existencia, puesto que aquél proporciona la más aduladora
valoración sobre el conocimiento mismo. Su efecto más general es el engaño
-pero también los efectos más particulares llevan consigo algo del mismo carácter-.
· El intelecto..... desarrolla sus fuerzas principales fingiendo,
puesto que éste es el medio merced al cual sobreviven los individuos débiles y
poco robustos, como aquellos a quienes les ha sido negado servirse, en la
lucha por la existencia, de cuernos, o de la afilada dentadura del animal de
rapiña. En los hombres alcanza su punto culminante este arte de fingir; aquí
el engaño, la adulación, la mentira y el fraude, la murmuración, la farsa, el
vivir del brillo ajeno, el enmascaramiento, el convencionalismo encubridor, la
escenificación ante los demás y ante uno mismo, en una palabra, el revoloteo
incesante alrededor de la llama de la vanidad es hasta tal punto regla y ley,
que apenas hay nada tan inconcebible como el hecho de que haya podido surgir
entre los hombres una inclinación sincera y pura hacia la verdad.....
· .....En un estado natural de las cosas el
individuo, en la medida en que se quiere mantener frente a los demás
individuos, utiliza el intelecto y la mayor parte de las veces solamente para
fingir, pero, puesto que el hombre, tanto por necesidad como por hastío,
desea existir en sociedad y gregariamente, precisa de un tratado de paz y, de
acuerdo con éste, procura que, al menos, desaparezca de su mundo el más grande bellum omnium contra omnes. Este tratado de paz conlleva algo que promete ser
el primer paso para la consecución de ese misterioso impulso hacia la verdad.
En este mismo momento se fija lo que a partir de entonces ha de ser
«verdad»,.....
· ....El mentiroso utiliza las designaciones
válidas, las palabras, para hacer aparecer lo irreal como real; dice, por
ejemplo, «soy rico» cuando la designación correcta para su estado sería
justamente «pobre». Abusa de las convenciones consolidadas haciendo cambios
discrecionales, cuando no invirtiendo los nombres. Si hace esto de manera
interesada y que además ocasione perjuicios, la sociedad no confiará ya más en
él y, por este motivo, lo expulsará de su seno.
· Por eso los hombres no huyen tanto de ser engañados
como de ser perjudicados mediante el engaño; en este estadio tampoco detestan
en rigor el embuste, sino las consecuencias perniciosas, hostiles, de ciertas
clases de embustes. El hombre nada más que desea la verdad en un sentido análogamente
limitado: ansia las consecuencias agradables de la verdad, aquellas que
mantienen la vida; es indiferente al conocimiento puro y sin consecuencias e
incluso hostil frente a las verdades susceptibles de efectos perjudiciales o
destructivos. Y, además, ¿qué sucede con esas convenciones del lenguaje? ¿Son
quizá productos del conocimiento, del sentido de la verdad? ¿Concuerdan las designaciones
y las cosas? ¿Es el lenguaje la expresión adecuada de todas las realidades?
· Solamente mediante el olvido puede el hombre
alguna vez llegar a imaginarse que está en posesión de una «verdad» en el
grado que se acaba de señalar. Si no se contenta con la verdad en forma de
tautología, es decir, con conchas vacías, entonces trocará continuamente ilusiones
por verdades.
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