martes, 10 de septiembre de 2013

De qué vale…

De qué vale…

“¿De qué vale el consenso donde no se puede disentir?  ¿Ahí donde el consenso es obligatorio, premiado y el disenso es ignorado? Deben decidir qué hacer con los disidentes: ¿los matan o los dejan vivir?”.

La respuesta nuestro gobierno es: “no los matamos y no los dejamos vivir”. Esto es, en la saturnal lógica luguista: “ni uno, ni otro, o sea Ku-otro” (entende´a). Esta es la auténtica democracia, el régimen legítimo que logramos el 20 de Abril de 2008.

Este sistema se ha desarrollado en un contexto ideológico absolutamente opuesto:  el stronato. Y solo puede comenzar a entenderse procediendo al cierre del universo del discurso, donde paradójicamente, la discrepancia entre los contenidos políticos de cada época, parece retroalimentar el vaciamiento democrático, por exceso mismo de discurso. Un extraño método, por cierto.

El discurso político en tanto que mecanismo de violencia estructural, se ha convertido en una eficiente arma de aniquilación simbólica que el gobierno ha elegido para controlar los elementos disidentes. Todo aquel que piense distinto es una amenaza para la auto-conservación política.

En consecuencia, un análisis de las representaciones sociales peyorativas de la oposición política permitirá reconocer los distintos grados de presión que la oposición ejerce en un contexto de reelección clandestino, durante el cual, al aumentarse automáticamente las percepciones gubernamentales de peligro se motivará la decisión de aplicar un mecanismo de control o de eliminación.

2010




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