domingo, 28 de julio de 2013

Los Tontos según Santo Tomás[1]

Los Tontos según Santo Tomás[1]

Los de Hoy, los de Ayer, los de Siempre

(Una guía para la autocrítica)

Los tontos son muchos y están en todas partes. En el cielo y en la tierra, pero principalmente en ésta, y ciertamente también en nuestro Movimiento. No necesito argumentos para demostrarlo, pero por si a alguien le queda algún asomo de duda, sepa que Santo Tomás hizo más de veinte citas sobre los tontos y las tonterías. Abundando: "stultorum infinitus est numerus" (Ecle 1, 15), dictamina Salomón, quien se había "entregado por completo a profundizar en la sabiduría y el conocimiento y también en la estupidez y la necedad..." (2,16-17)

Sabio como era, no desdeñó ningún procedimiento: "Con mi mente bajo el control de la sabiduría, quise probar el estímulo del vino..." (2, 3), aunque en vano, porque los necios  "me rodean como avispas" (Sal 118, 12).

Para nuestra común desgracia sucede no sólo que hay muchos tontos sino que existen muchas formas de tontería<big>: unas leves, otras graves; unas inocentes, otras no tanto y algunas que son pecado mortal. Con su legendaria agudeza el Aquinate elabora una compleja y alucinante tipología de tontos: asyneti, cataplex, credulus, fatuus, grossus, hebes, idiota, imbecillis, inanis, incrassatus, inexpertus, insensatus, insipiens, nescius, rusticus, stolidus, stultus, stupidus, tardus, turpis, vacuus y vecors

Breve aunque muy seriamente, examinaremos estas clases de tontos clasificados por Tomás, intentando visualizar algunas de las causas, efectos y los remedios que eventualmente tenga la tontería.

Didácticamente, Tomás inicia la comparación con los animales: Si en nuestro idioma "asno" significa una "persona necia", un poco bruta y escasa de entendederas, el filósofo compara el insipiente al jumento. Esto porque los animales actúan movidos por el instinto, la pasión (el perro ladra tan pronto como algo le incomoda, etc.). Y el insipiente, al dimitir de la razón -que es su honor- se reduce a un asno. 

A su vez, el tonto stolidus, es asimilado a la oveja. El problema de la tontería se centra siempre en el buen juicio sobre la realidad:  si sensatus es el hombre razonable, con sentido común, en lo que se refiere a las acciones particulares; a los insensati o asyneti les falta el sentido para estas acciones y puntillosamente hace notar que no se puede decir de los niños que sean insensatos, sino sólo de adultos, "Insensatus autem proprie dicitur qui sensu caret". 

Un elemento básico que engloba todas las formas de tontería es la parálisis. Ocurre por ejemplo en el stupidus ("cataplex, id est stupidus"), que recibe este nombre precisamente de una parálisis que le sobreviene por stupor. Éste es distinto de la admiración, actitud positiva que  requiere siempre la disquisición, en tanto que el estupor la obstruye. 

Otra variable en la caracterización de la tontería es la sensibilidad o más bien, la falta de ella: distingue entre estulto y fatuo, y afirma que la estulticia comporta el embotamiento del corazón y hace obtusa la inteligencia: "stultitia importat hebetudinem cordis et obtusionem sensuum". 

La fatuidad es la total ausencia de juicio (el estulto tiene el juicio embotado). De ahí que la estulticia resulte contraria a la sensibilidad de quien sabe: sabio (sapiens) se dice por saber (sabe/sabor). Así como el gusto discierne los sabores el sabio discierne y saborea las cosas y sus causas, a lo obtuso se opone la sutileza y la perspicacia de quien sabe: "Fatuus caret sensu iudicandi; stultus autem habet, sed hebetatum; sapiens autem subtilem ac perspicacem".

Esta analogía del gusto, de la sensibilidad como paradigma para quien sabe saborear la realidad, encierra una de las claves de Tomás para entender su pensamiento sobre la tontería. Discutiendo cuál es el fin último del hombre, considera la objeción de que la felicidad estaría en el dinero pues esa es la opinión común... Y contesta: " 'Todo se sujeta al dinero' es lo que afirma la legión de estultos que saben sólo de bienes corporales, que el dinero puede comprar. Pero el juicio sobre el bien humano no lo debemos tomar de los estultos sino de los sabios, lo mismo que en cosas de sabor preguntamos a quienes tienen paladar sensible.

¿A cuántos dignos representantes de la estulticia contemporánea hemos albergado en nuestras filas? ¿Cuántos estultos se consolidaron y crecieron a la sombra del recio tronco del 31 de Mayo? ¿A cuántos estultos hemos entronizado como jefes? ¿En qué momento hemos trastocado el dulce sabor de ser por el amargo sabor de tener? ¿En qué punto hemos invertido los valores?

Se trata siempre de una percepción de la realidad: lo que de hecho es amargo o dulce, parece amargo o dulce para quienes poseen una buena disposición del gusto, pero no para aquellos que tienen el gusto estropeado. Cada cual se deleita en lo que ama: a los estultos se les corrompe el gusto y no son capaces de encontrar dulces las cosas que en verdad lo son...

Cuando Tomás busca caracterizar al estulto - la estulticia como opuesta a la sabiduría - se refiere al hecho de no poder identificar la conexión entre medios y fines, de este modo resulta que cualquier medio es bueno si alcanza el fin. Sucede que el estulto tiene por bien lo que no lo es y por ello tiende a seguir juicios equivocados: "In rationali vero respectu finis, stultitia, ut non afficiatur aliquis debite ad finem, et contra hanc est sapientia".

Pero no todo acaba ahí, el Angélico distingue entre la estulticia especulativa y la práctica: hay gente de muy poca inteligencia pero que saben bien actuar; hay en cambio, personas inteligentísimas que son estultos en su actuar: "Peccatum dicitur tenebra, quia intellectus obtunditur...".

En otro pasaje, Tomás distingue entre el estulto, que no asciende a los conocimientos superiores; el insipiente, que no saborea su dulzura y el vecors, a quien le falta corazón para decidirse: "Stultus, quantum ad cognitionem divinorum, insipientes, quantum ad experientiam dulcedinis ipsorum; vecordes, quia sine corde quantum ad electionem agibilium".

Pero hay otra distinción aun más grave: el insipiente puede tener conocimientos terrenos pero no los eternos, mientras el estulto carece incluso de los conocimientos naturales, terrenos:"Differentia est inter insipientem et stultum. Insipiens est qui habet scientiam humanam, et non considerat aeterna; stultus est qui non considerat etiam praesentia".

Otra característica del insipiente es creer -primero él- que todos tienen su condición: "cum ipse sit insipiens, omnes stultos aestimat". Y cuando considera la etimología, hace notar que el insipiente es el insapiente, el no-sabio, el que no saborea la sabiduría divina. 

Otra constante en los tontos es que son obtusos, es decir, lo que se opone a la agudeza; lo agudo penetra en la realidad: de ahí que se hable de "sentidos agudos" e "inteligencia aguda", que llega hasta en lo íntimo de la realidad. Lo obtuso puede inclusive ser pecaminoso y culpable.

También están los errores crasos, gordos, groseros y las metáforas de la grosería del intelecto o del corazón: incrassatus"Ideo cor populi huius, idest mens, incrassatum est, idest excaecatum".

La falta de sensibilidad también afecta al stolidus, quien no puede relacionar el efecto a su causa: "Designatur enim per hoc maxime hominis stoliditas, quod tam manifesta Dei signa non percipit; sicut stolidus reputaretur qui, hominem videns, eum habere animam non comprehenderet".

Y -recordando a Aristóteles- afirma que los stolidi por antonomasia son los celtas: "Potest autem dici insanus, sicut dicitur de celtis qui sunt stolidi".

Para tranquilidad de algunos hispanos (léase gallegos y próximos) recuérdese que los celtas ocuparon la antigua Galia y parte de las Islas Británicas, por lo que actualmente no se toma muy en serio esa relación unívoca establecida por el Aquinate. (Aunque ¿quién sabe?).

Entre las causas morales condicionantes de la percepción de la realidad, está la buena voluntad que es como una luz que orienta el intelecto, mientras la mala voluntad nos oculta y atrapa en las tinieblas del prejuicio: "... sed in nobis bona voluntas facta est quasi lucerna rusticitatis nostrae; in vobis autem malitia facta est quasi caligo scientiae vestrae".

Otro aspecto importante: hay -y es evidente- grados de inteligencia y por ende, de tontería. Resulta entonces lo obvio: el rústico no se puede comparar al sutil filósofo (por más Adrianito o Secundino que este sea): "..  sicut patet in rustico, qui nullo modo philosophiae subtiles considerationes capere potest".

Y descendemos otro escalón y nos encontramos con quién?: con el idiota. Que para Tomás significa "aquel que sólo conoce su lengua materna": "Idiota proprie dicitur qui scit tantum linguam in qua natus est". (¿Es posible que Cecilio Báez tuviera razón y seamos cretinos nomás?)

Pero la cosa sigue y el sentido se extiende como una mancha: de lo que se trata es del cultivo de la inteligencia. El idiota es el tonto no cultivado, o si se quiere, se es idiota por no cultivarse. 

Así, en el texto Contra Gentiles, Tomás opone el "intellectus optimi philosophi" al "intellectus rudissimi idiotae" y afirma que el idiota toma por falso lo que él no puede comprender. Es en general el inexpertus ("non habens scientiam acquisitam") como el esclavo ignorante del Menón de Platón. 

En un alarde casi insoportable de erudición, Tomás habla incluso de la contraposición entre atletas instruidos e idiotas, es decir, rudos sin experiencia:"Et simile est de athletis, idest pugilibus fortibus et instructis cum idiotis, idest rusticis inexpertis".
(Y aquí no me atrevo a hacer ningún comentario porque sería demasiado, excepto que no puedo dejar de pensar en los corredores de rallys y últimamente en los basketbolistas, ¿porqué será?) 

El rústico  se asombra de lo que desconoce (nde rasore, che ra á)´ y que para otros es muy conocido:"Potest autem causa effectus alicuius apparentis alicui esse nota, quae tamen est aliis incognita. Unde aliquid est mirum uni, quod non est mirum aliis; sicut eclipsim solis miratur rusticus, non autem astrologus".


La galería no ha terminado. He aquí al Imbecillis referido a la flaqueza en general (moral, de ánimo, de la fe etc.) y no particularmente a la intelectual. En todo caso, Tomás -para nuestra delicia- habla de imbecillitas intellectus, imbecillitas sensus y de imbecillitas mentis. Resumiendo: se refiere a los tardos en comprender (tavý): "Ipsorum tarditatem ad ea capienda, ibi quoniam imbecilles".

Además, imbecilidad es no superar el nivel primario de la inteligencia, no superar lo sensible y anclarse en la empiria: "Primum est imbecillitas intellectus humani. Nam homines imbecillis intellectus non valentes corporalia transcendere, non crediderunt aliquid esse ultra naturam corporum sensibilium; et ideo inter corpora illa posuerunt praeeminere et disponere mundum, quae pulchriora et digniora...".

En relación a Dios, todo somos tardos de intelecto (Dios lo conoce todo en un solo acto) y por tanto, el aprender requiere imágenes, metáforas. Un intelecto cultivado, establece conexiones de sentido propias con pocos elementos y los tardos necesitan de muchos ejemplos para entender. 

Los más tardos se resisten a atinar con la realidad y dan interpretaciones groseras: la voz que glorifica a Jesús en el Evangelio es tomada por los más groseros por trueno: "Quidam erant grossioris et tardioris intellectus, quidam vero acutioris; (...) Desidiosi et carnales non perceperunt vocem ipsam nisi quantum ad sonum; et ideo dicebant tonitruum factum esse".

El nescius es el ignorante, culpable o no:  "Sicut autem Caiphas nescius dixit: oportet unum hominem mori pro populo, sic milites nescientes faciunt".

El crédulo es superficial en el creer: "Quod esse credulum in vitium sonat, quia designat superfluitatem in credendo, sicut esse bibulum super-fluitatem in bibendo.

Recurriendo a la Santa Biblia, el versículo de Mt 5, 22 reza: "El que llame a su hermano racha, será reo ante el Sanedrín". Tomás discute los posibles significados de racha: según Jerónimo, racha indica el inanes, vacuus (cabeza vacía, hueca, sin cerebro)."Hieronymus. Vel racha hebraeum verbum est, et dicitur chenos, idest inanis aut vacuus, quem nos possumus vulgata iniuria absque cerebro nuncupare". 

(La versión más conocida por nosotros dice: "... Al que insulte a su hermano lo juzgará la Junta Suprema...").

No siempre el problema de los tontos es un problema de intelecto propiamente. Pues si bien el intelecto no es potencia corpórea, sin embargo necesita en su operación de las potencias corporales como la imaginación, la memoria y la cogitativa. Y si estas operaciones experimentan alguna dificultad derivada del funcionamiento del cuerpo, el intelecto no puede operar bien. 

"Sciendum est tamen quod, licet corpora caelestia directe intelligentiae nostrae causae esse non possint, aliquid tamen ad hoc operantur indirecte. Licet enim intellectus non sit virtus corporea, tamen in nobis operatio intellectus compleri non potest sine operatione virtutum corporearum, quae sunt imaginatio et vis memorativa et cogitativa, ut ex superioribus patet".

LOS REMEDIOS
Tras estas lacerantes y un tanto insólitas elucubraciones -los tontos siguen siendo nuestros- abordaremos los remedios que Tomás usa contra las tonterías (propias y ajenas). 

Primero, hay que recordar que entre las obras de misericordia, de las siete "limosnas espirituales", tres guardan relación más o menos directa con nuestro tema (de las otras cuatro últimamente no tengo noticias):
i) soportar a los molestos: "portare onerosos et graves";
ii) enseñar al que no sabe: "docere ignorantem";
iii)  dar buen consejo al que lo necesite: "consulere dubitanti". 
El remedio -cuando lo hay- es así: "Las deficiencias espirituales se socorren con obras espirituales de dos modos. Uno, pidiendo auxilio a Dios y para esto está la oración. (...) Contra las deficiencias del intelecto especulativo, el remedio es el estudio, la doctrina; contra las deficiencias del intelecto práctico: consilium, la deliberación y el consejo".

¿Poderemos curar  a nuestros tontos? Probablemente sí, supuesto que empecemos por nosotros mismos. 

Luis C. Simancas



[1] Basado en el artículo de L Jean Lauand, de la Universidad de San Pablo

jueves, 25 de julio de 2013

Paraguay: niveles y variaciones de la fecundidad: 1990-2008

Paraguay: niveles y variaciones de la fecundidad: 1990-2008
Simancas, Luis Carlos - Melián, Mercedes.
Resumen
El presente documento busca analizar algunos aspectos de la Teoría de la Transición demográfica (TTD) que enmarca los procesos de la dinámica poblacional, regional y nacional, para culminar en un estudio sobre la fecundidad basado en el modelo de Boongarts, el cual identificaría y ponderaría las variables que intervienen específicamente en la disminución de la fecundidad de la población paraguaya, en el periodo 1990-2008.

El estudio centra su atención en los factores que determinan el cambio demográfico y en algunas intervenciones relacionadas con la fecundidad. En su Primera Parte analiza y describe el marco conceptual de las distintas versiones de las transiciones demográficas. Incluye menciones a la transición epidemiológica, a la sanitaria, a la llamada Revolución demográfica y a las relaciones entre población y ambiente. También se hace referencia una Segunda Transición Demográfica, que acaece según parámetros específicos. La Parte Segunda, referida específicamente a nuestro país, aborda el descenso de la fecundidad, entre los años 1990 y 2008, mediante lo que se denomina habitualmente el método de Bongaarst y “Determinantes próximos de la Fecundidad”, y contiene además, un apartado de conclusiones. Davis and Blake (1956), seleccionaron un grupo de 11 variables como determinantes de la fecundidad que fue explorado por otros investigadores, como J. Bongarts (1978), (1982), quien buscó demostrar que la diferencia en la fecundidad de las poblaciones se debe básicamente a la variación de la nupcialidad; el uso de anticonceptivos; la infecundidad post parto y el aborto inducido. Bongaarts elaboró un modelo matemático que vincula estas variables con el nivel de fecundidad, el cual ha sido empleado para ponderar el aporte de la variación de esos determinantes en la disminución de la fecundidad.

La fecundidad en el país era, persistentemente, una de las más altas de América del Sur. La disminución de la fecundidad se produjo de gradual y sostenida hasta finales de los años 90 (TGF: 4,3. 1998). A partir de la encuesta de 2004 la Tasa Global de Fecundidad desciende a menos de 3 hijos por mujer. Tal reducción del nivel de fecundidad no se presenta de una manera homogénea en todos los grupos de población. Las distintas encuestas analizadas (1990-2008) señalan diferencias de hasta más de 3 hijos de acuerdo a características socioeconómicas, culturales o geográficas de los distintos grupos de mujeres que residen en el país.
Al inicio de la década del 90, la Tasa global de Fecundidad TGF era de 4.6 hijos por mujer al final de su vida reproductiva, manteniéndose casi invariable hasta 1998 con 4.3 hijos por mujer. El descenso se acentuó a partir del 2004, al llegar a 2.9 hijos por mujer y continuó descendiendo hasta alcanzar 2.5 hijos en la encuesta de 2008. Por tanto, entre 1990 y 1998 la TGF tuvo una reducción de 6,5%, mientras que entre 1998 y 2008 el porcentaje de disminución fue del 42%. EL porcentaje de reducción del nivel de fecundidad para el total del período considerado (1990-2008) fue de 46%.



miércoles, 24 de julio de 2013

Sobre la libertad (I)

"Non lícet vos esse"
(No les está permitido a ustedes existir)

Se dice que los poemas no concluyen, se abandonan. Llega un momento en que es necesario ponerles fin y aunque al parecer de los expertos sea algo bien definido, sucede que un poema es siempre algo inacabado e inacabable.

Así es la libertad. Un viaje que siempre comienza y nunca termina. Se suele vincular la libertad al Éxodo, a la peregrinación de los judíos en el desierto hasta llegar a la tierra prometida y aunque el libro se cerró, el éxodo persiste, la lucha por la libertad sigue … el poema continúa. Esta es una de las tesis centrales de José Ma. Cabodevilla: nos habla del Éxodo como un poema de liberación. Es uno de los mejores escritores de habla castellana, un enorme, exquisito e inspirador pensador cristiano.

Hay puntos importantes, de inflexión, de logros considerados esenciales: para algunos será el nacimiento de Cristo, de Buda o de Mahoma, para otros la Revolución Francesa, para alguien más la Revolución Bolchevique. Nosotros tenemos la nunca bien estudiada Revolución Comunera, la Independencia, la fundación de los partidos políticos, el inicio de los Movimientos Sociales, etc.

Existen, indudablemente, quienes no puedan olvidar el día de su casamiento (fatídico, a veces), nunca olvidaremos el día en que nacieron nuestras hijas, hijos y siempre recordaremos la irrupción del malón de nietos.

Fechas memorables son el día de la Declaración de los Derechos Humanos (1948) y la Convención Suplementaria sobre la Abolición de la Esclavitud, la Trata de Esclavos y las Instituciones y Prácticas Análogas a la Esclavitud, de 1956, aunque todos sabemos que promulgar no es observar.

Hoy, estamos batallando por los mismos derechos humanos, desplegados en distintos contextos históricos y de diferentes maneras. Una buena parte de las libertadas proclamadas por todas las revoluciones, fueron y son, puramente formales; en todo caso, solo un grupo pequeño pudo usufructuar una pizca de libertad. Y sigue la historia…

El Éxodo supone un Faraón y esclavos, que ignoraban serlo. Y por supuesto, no puede haber una buena historia sin Moisés, quien se resistió todo lo que pudo al mandato de Yavhé de liberar a su pueblo: “No sé hablar, soy torpe, cuando hablo no me escuchan y se ríen. Ni siquiera saben que son esclavos, cómo, entonces, voy a liberarlos”

Yavhé fastidiado, le encomienda a Aarón la tarea de comunicar a los hebreos lo que Moisés quiere decir. Moisés sabe qué decir, Aarón sabe cómo decirlo.

La libertad la hemos conquistado una y otra vez, pero necesita ser reconquistada otras tantas. El problema es que no sabemos si cada conquista nos lleva a una mayor libertad. ¿Quién lo sabe realmente? Cada lucha alcanza un grado o una forma de libertad, que necesita ser renovada.

Por cierto, la esclavitud era legal y para hacerla posible alguien tuvo que argumentar a su favor. La esclavitud se estableció como cualquier otro fenómeno social de importancia, no de la noche a la mañana, sino por medio de un proceso político  que la implantó.

El hecho es que, en la Edad Moderna, la esclavitud era una institución totalmente asumida, y eso se demuestra con la falta de oposición a su existencia. Recién en el siglo XIX con la Ilustración, aparecen cuestionamientos al sistema de la esclavitud expresados en los movimientos abolicionistas de la época.

La mayor parte de juristas y teólogos no la condenó en forma expresa y abierta, pues en esos tiempos, había casi unanimidad de criterios al valorar su licitud y legitimidad. 

Los tratadistas que escribieron sobre el tema, por lo general, se limitaron a interpretar y discutir acerca de la aplicación de los títulos de esclavitud. A lo sumo, especificaron los requisitos a los que había que atenerse la práctica de la esclavitud para que fuera lícita. Así emergió la distinción entre “esclavos justos e injustos”.

Caramba ¿dónde están mis esclavos? ¿O el esclavo soy yo? No puede ser, pues tengo todo un sistema jurídico que me protege, podría tener esclavos justos o ser un esclavo justo. 

Quizás, el mismo sistema jurídico me envuelve de modo tal que, casi sin darme cuenta, un día despierte siendo esclavo, con título de propiedad, listo para el mercado. (Suponiendo que la mano invisible me incorporara en su stock, cuestión harto dudosa, por cierto)

Así pues, asumido que la esclavitud no suele emanar de naturaleza, del orden “natural de las cosas”, sí se admite la servidumbre legal basada en el nacimiento de madre esclava, venta propia, venta de hijos, compra o por delitos y, por supuesto, la esclavitud derivada de la guerra justa (un gran invento de nosotros, los cristianos).


Lo dicho: la antigua esclavitud tuvo fervientes partidarios, la nueva también. Alguien un poco macabro escribió un poema:”El cáncer es una cosa chistosa”. Sin ser sombrío. lo mismo cabría decir de la pobreza:”A las personas no se les permite ser tan pobres como para ofender o causar dolor a la sociedad…. La pobreza es un problema en la medida en que los bajos ingresos crean problemas para quienes no son pobres”.

Ser pobre puede resultar doloroso, pero “ofender” a la sociedad es una verdadera tragedia. Sería como ofender por el mero hecho de existir. Realmente, solo a cretinos morales se les puede ocurrir tamaña aberración.

Por cierto, en determinadas situaciones algunos sectores del pueblo, reniegan de la libertad. Por lo demás, ninguna revolución ama la libertad. Las nuevas capas sociales que de ella emergen, no demuestran mucho apego a la libertad, solo la aprovechan para ascender.

 Una nueva libertad suele engendrar nueva tiranía. No importa que Ramsés sea, siempre hay alguno, que diseña barcos negreros. líneas de montaje , minas de carbón, plantíos de banana, factorías de maquila o lo que sea, siempre que haya lucro. 

Son esclavos con distintos nombres: siervo, obrero, bracero, criado, peón, empleado. Solo sigue órdenes: mover cosas, apretar una tuerca, cargar un camión. Siempre trabaja con cosas ajenas, con máquinas que no son suyas, en un galpón que no es suyo, siempre buscando beneficios que nunca serán suyos.

Es estremecedoramente simple: Ramsés sabe, Ramsés necesita esclavos que no crean serlo para mantener el orden que lo beneficia.

¿Soy un esclavo? ¿Lo eres tu?

Luis C. Simancas



viernes, 19 de julio de 2013

Políticas de población y salud reproductiva en el Paraguay

Cad. Saúde Públ., Rio de Janeiro, 14(Supl. 1):105-114, 1998
ARTIGO ARTICLE

Políticas de población y salud reproductiva en el Paraguay
Population policies and reproductive health in Paraguay

1 Instituto Paraguayo de Estudios Sociales.

2 Departamento de Ciencias Sociales, Instituto de
Investigaciones en Ciencias de la Salud, Universidad
Nacional de Asunción.
IICS-UNA.
Río de la Plata y Lagerenza.
Casilla de Correo 2511,
Asunción, Paraguay.
Luis Carlos Simancas 1
Mónica Ruoti de García de Zúñiga 2


Abstract The population’s high growth rate, age profile, and geographical distribution have aroused increasing public concern in Paraguay. The country is involved in a moderate demographic transition, compatible with the consequences of modernity and the uneven rate of both social and economic changes. Reduction of mortality and the persistence of high birth rate patterns result in an age structure that consolidates demographic growth, with an increased focus on the dependent population. In the late 1960s the need for a systematic approach to population problems was perceived within the framework of economic planning. National governments had, and currently have, an ambivalent perception of this issue, since population growth is simply considered a positive factor. This concept results from an economic view of the consequences of a reduced domestic market in absolute terms. The lack of a Development Plan, the management deficit, and the shortage of training leave doubts as to the establishment of organicallyconnected policies or programs concerning population.
Key words Reproductive Health; Demographic Policies; National Health Programs; Family
Planning Policy; Demograph

Resumen El acelerado crecimiento de la población, su conformación por edades y su distribución espacial han despertado en el Paraguay una creciente preocupación pública. Experimentamos una transición demográfica moderada, conformada por las consecuencias de la modernización y el ritmo dispar de los cambios económicos y sociales. Al disminuir la mortalidad y persistir patrones de alta natalidad, se conforma una estructura de edades que consolida el crecimiento demográfico, con un aumento centrado en la población dependiente. A fines de los sesenta se percibió la necesidad de abordar de forma sistemática la problemática de población, principalmente en el marco de la planificación económica, implantando al mismo tiempo la planificación familiar como instrumento de salud pública, antecedente de lo que es hoy salud reproductiva.
La percepción de los gobiernos nacionales sobre el tema de población fue y es ambivalente, porque se considera el crecimiento poblacional como un factor siempre positivo, producto de una visión economicista que absolutiza las consecuencias de un mercado interno reducido. La inexistencia de un plan de desarrollo, el déficit de gestión y la insuficiente capacitación tornan dudosa la posibilidad de definir políticas o programas de población orgánicamente articulados, excepto en el ámbito de la salud reproductiva.

Palabras clave Salud Reproductiva; Política Demográfica; Programas Nacionales de Salud;
Política de Planeamiento Familiar; Demografía
106 SIMANCAS, L. C. & ZÚÑIGA, M. R. G.
Cad. Saúde Públ., Rio de Janeiro, 14(Supl. 1):105-114, 1998

Evolución demográfica
En las últimas décadas, el acelerado crecimiento de la población, su conformación por edades y su distribución espacial han despertado
en el Paraguay una gradual pero sostenida preocupación pública. Se configuraron problemas cuya comprensión supone el esclarecimiento
de las interrelaciones entre población, desarrollo y medio ambiente, insertas en un modelo político-social viable. Sin embargo, persisten las divergencias sobre el sentido y las implicancias de tales fenómenos, y principalmente sobre lo que debería hacerse, pese a las conferencias mundiales del Cairo y Beijing, cuyos planes de acción han sido aprobados – con ciertas resalvas – por el gobierno nacional.

Tamaño y evolución de la población

En el Paraguay se realizaron una serie de censos de población de muy disímil valor, uno de los primeros, relevado y publicado en 1899/1900, totalizó 696.392 habitantes, luego se registraron 650.541 personas en 1914, ascendiendo posteriormente a 828.968 en 1926 en tanto que, en 1936, los residentes totalizaron 992.420 habitantes. Las tasas intercensales en dicho
período fueron de (-)0,48; 2,04 y 1,82, respectivamente, con un crecimiento absoluto en el ciclo de 296.028 habitantes. La tasa promedio del
período 1900/1936 es de 0,99, aunque tales censos adolecían de severas restricciones metodológicas,  hecho que los torna en referencias históricas que deben usarse con extrema prudencia.
En 1950 la población englobaba a 1.328.452 habitantes, con una tasa de crecimiento intercensal (1936-1950) de 2,18, acrecentándose en 1962 a 1.819.103, con una tasa de 2,7 y un incremento absoluto de 534.968 personas (40,26%).
En el decenio siguiente (1962-1972), la población creció a una tasa ligeramente inferior, de 2,5, totalizando 2.357.955 habitantes, con una
diferencia absoluta con el censo anterior de 538.858, lo que representa una tasa de crecimiento natural de 29,62 por ciento.
Durante décadas el crecimiento de la población  se mantuvo relativamente estable, y la composición por edades de la población paraguaya persistió en una cierta estabilidad, con preponderancia de menores de 15 años del orden
del 44% en 1950, del 41% en 1982 y del 41,5% en 1992 (DGECE, 1950; 1962; 1972; 1982; 1992).
Respecto de la estructura por sexos, sólo se registran modificaciones de cierta relevancia considerando el lugar de residencia (urbano o rural). El Paraguay ha pasado de ser un país eminentemente rural, – con un 65 % de población campesina, según el censo de 1950 –, a congregar el 50,5% de la población en zonas urbanas, de acuerdo al censo de 1992, y la tendencia
se presenta como irreversible.
Existe razonable consenso en que nos encontramos en el principio de una transición demográfica moderada, sobredeterminada por las consecuencias previsibles y combinadas, de una incipiente modernización y la asincronía
en el ritmo de los cambios económicos y sociales.
Al disminuir la mortalidad y persistir patrones de alta natalidad, se conforma una estructura de edades que tiende a consolidar el crecimiento
demográfico, con un aumento centrado precisamente en la población dependiente.
Así, y de mantenerse la asimetría e inequidad de la distribución de la riqueza, las características del crecimiento poblacional incidirán negativamente en los intentos por mejorar la calidad de vida de los sectores pobres. De modo adicional, generan el descreimiento en las políticas
económico-sociales, que no enfrentan de modo directo los severos condicionamientos imputados a las altas tasas de natalidad.

Fecundidad y mortalidad
La Tasa Global de Fecundidad (TGF) ha descendido de 6,8, en 1950-55, a 4,9 al inicio de la década del 70, y se mantiene prácticamente estable hasta 1990 (4,7), con diferencias substanciales entre la población urbana (3,6) y rural (6,1) (Cepep/DHS, 1990). En 1995 se observa una pequeña disminución, ya que la TGF se redujo a 4,5, manteniéndose las diferencias de fecundidad entre la población urbana (3,3) y la rural (5,8)  (Cepep/CDC/Usaid, 1995/1996).
La fecundidad máxima recae en el grupo de mujeres de 25 a 29 años, por lo que se la tipifica como de fecundidad de cúspide tardía. La tasa de fecundidad general (TFG) por mil mujeres de 15 a 44 años es de 159 y la tasa bruta de natalidad es de 33 nacimientos por mil personas (Cepep/DHS, 1990), valores que poco difieren desde la Encuesta Nacional de Fecundidad
de 1979 (DGEC, 1981) (TGF = 152 y TBN = 35). Las mujeres en edad fértil representan el 24,2 por ciento de la población total, proporción que es considerada alta.
La dinámica demográfica del decenio de los 90 está singularizada por un rápido crecimiento poblacional (3,1), derivado de la persistencia de las tasas de fecundidad (4,7), al descenso de la Tasa de Mortalidad Infantil (46,7 por mil) y a una cierta estabilización del saldo migratorio positivo (1 por mil). Se considera que el país se halla en el inicio de un proceso de transición demográfica caracterizado por altas tasa de fecundidad que coexisten con un descenso de la tasa de mortalidad.
La primera relación sexual ocurre, en promedio, dos años antes de la primera unión, aunque se registran diferencias importantes en
el intervalo transcurrido entre la primera relación sexual y el nacimiento del primer hijo. Considerando la edad mediana, las jóvenes de zonas urbanas tienen su primera relación a los 19,3 años y el primer hijo a los 22,4 años, en tanto que las de áreas rurales tienen la primera relación a los 19,5 años y el primer hijo los 20,3 años (Cepep/DHS, 1990).
La Tasa Bruta de Mortalidad descendió de 11,09 a 6,68 por mil, en el período de 1960-1990, lo que refleja una reducción cercana al 40 por ciento, explicable básicamente por la disminución de la mortalidad infantil (TMI), que varió de 92,7 por mil (MSPBS/OPS, 1989) a 35,4 en el período considerado (Cepep/DHS, 1990). La disminución de la TMI se refleja diferencialmente en las áreas rurales (16,5%) y en la capital (32%) o en ciudades mayores del interior del país (25,6%) (Cepep/DHS, 1990; GECENF 79, 1981). Correlativamente aumenta la esperanza de vida, que pasa de 62,2 años, en 1950-55, a 67,59 en 1985-90.
En 1960 la tasa de mortalidad materna (TMM) era de 2,7 por mil nacidos vivos, inferior a las registradas en los años 1968 y 1976, que fueron de 6,0 y 6,3, respectivamente (MSPBS/OPS, 89:43). Este comportamiento errático sólo es explicable por deficiencias en el registro.
Persiste una alta tasa de mortalidad materna (1,7 por mil nacidos vivos) relacionada a complicaciones obstétricas (hemorragias, sepsis y
abortos) o a derivaciones de procedimientos médicos practicados durante el parto.


Políticas de población
Antecedentes
La preocupación por los temas de población es recurrente en el desarrollo del Paraguay, dado que su inserción en la historia occidental fue
mediada por los procesos de poblamiento en la época colonial (Velazquez, 1972), y su persistencia como sociedad autónoma estuvo condicionada
por dos guerras, que fungen como sobredeterminantes negativas, particularmente en lo demográfico.
No obstante, recién a fines del decenio de 1960 – a tono con lo sucedido en la región –, se percibió la necesidad de abordar de un sistemático la problemática de población, en el marco de la planificación económica. Aun
cuando se partiera de concepciones opuestas, estructuradas en centros académicos externos y eventualmente propensas a la descalificación
mutua, se intentó esclarecer vinculaciones entre variables socioeconómicas y las relativas a la población, para determinar cuál es el papel del Estado en las interrelaciones entre economía y sociedad.
A nivel internacional, los estudios demográficos adquieren relevancia en el ámbito de las Ciencias Sociales, coincidiendo con la decisión de varios gobiernos regionales de definir el rol del Estado en la planificación económico-social, con inclusión de medidas que, de modo dispar, intentaron incidir en el crecimiento y distribución de la población. La reflexión sobre la posibilidad de esclarecer las interrelaciones entre población y desarrollo y de orientar su configuración en un sentido determinado tuvo como trasfondo las tendencias previsibles de fecundidad, las tasas de mortalidad y los fenómenos migracionales, que convergían
en altas tasas de incremento poblacional.
En el marco regional, la interpretación de las implicancias del crecimiento de la población sufrió variaciones que oscilaron entre el entusiasmo, por las potenciales ventajas atribuidas al reforzamiento del mercado interno, a
la expansión de la fuerza de trabajo y el aumento relativo del poder nacional en el contexto de la región; y las visiones que consideraban
la acentuación de tasas elevadas de crecimiento poblacional como el factor crítico que impedía – o cuando menos retardaba – el proceso de desarrollo de las sociedades nacionales. De este modo, la poblemática poblacional empezó a girar en torno a los aspectos positivos y negativos atribuidos a tasas altas de crecimiento, y a las medidas para disminuir dichas tasas controlando la fecundidad.
La perspectiva académica sugiere que las políticas de población deben ser diseñadas dentro de un marco conceptual que involucre a la mayor cantidad de factores pertinentes. En este sentido, el análisis de las interrelaciones y
los nexos causales entre crecimiento poblacional y desarrollo económico-social no se hallan suficientemente develados y establecidos, como para aceptar con fuerza conclusiva que el crecimiento de la población es la variable más importante a controlar para consolidar el desarrollo.
Además, los sistemas de planificación sólo recientemente incorporaron a la población y a los elementos ambientales como variables constitutivas del proceso de planificación.
En el contexto teórico existente a nivel global, coexistieron básicamente dos tipos de formulaciones de política (ONU, 1974):
• una de carácter extremadamente general, que, por abarcante, perdía capacidad operativa, ya que no podía diferenciarse de las medidas políticas relativas a campos específicos, como la economía, la salud o la educación, aunque se le atribuye la virtud de obligar a los planificadores a evaluar las consecuencias demográficas de las decisiones;
• otra de índole restrictiva, centrada casi exclusivamente en la planificación familiar, legitimada por el hecho de tornar accesible la posibilidad de una paternidad responsable y preservar las condiciones de salud materna e infantil, y también como medio de influir en la fecundidad.
En cierto modo, la mayoría de las aproximaciones a políticas de población pagaron tributo a una o ambas posiciones. Las concepciones implícitas entre estas posturas extremas evolucionaron de modo dispar en el ámbito regional, hasta constituir, entre otras posibles, dos posiciones relevantes y bien diferenciadas.
La primera centra sus esfuerzos en la compatibilización permanente entre dinámica demográfica y estilos de desarrollo, con particular acentuación en el crecimiento de la población.
Así, la presión demográfica sobre la estructura de servicios es identificada específicamente como factor restrictivo del proceso de desarrollo, y las consecuencias negativas atribuidas se extienden desde la falta de escuelas
hasta la polución ambiental. Tal perspectiva centra la solución de los problemas en el control de la fecundidad, no como expresión volitiva
de autonomía personal o familiar, sino como medida con pertinencia técnico-administrativa, generada desde la racionalidad de la planificación económico-social, en función de determinadas metas del desarrollo.
Una concepción tal es proclive a considerar como natural la confrontación entre la autonomía del comportamiento reproductivo de las personas o de las parejas, y la tasa de crecimiento aceptable para la sociedad en su conjunto, definida por técnicos en planificación.
Por otra parte, considerando la influencia de lo demográfico en lo económico, persiste la arcaica necesidad de preguntarse si somos pobres
porque crecemos mucho o son los pobres que crecen mucho por el hecho de serlo. Hay que dilucidar si el crecimiento demográfico es efectivamente la causa de nuestra pobreza o si es la pobreza la causa de un crecimiento desmedido de la población pobre. Polarizando e invirtiendo los términos del problema, parece más racional relacionar la pobreza con la asimetría
en la distribución de la riqueza y con la forma de apropiación del excedente económico, antes que hacerlo exclusivamente con las
tasas de crecimiento poblacional. Sin embargo, tampoco es razonable esperar a que existan situaciones óptimas de justicia, equidad y solidaridad
social irrestricta – en ámbitos nacionales e internacionales – para comenzar a considerar los efectos demográficos en el sistema económico. Por tanto, sin perder la perspectiva de los principios o de lo que se asume como puntos de partida legítimos, hay que considerar la viabilidad real – social – de las propuestas de política, y seleccionar acciones interventivas-
correctivas que sean realizables dentro de los condicionamientos objetivos existentes, incluyendo las medidas demográficas.
La segunda posición se estructuró en torno a la vigencia real de los derechos individuales, para lo cual resulta imprescindible la reducción de las desigualdades sociales, nacionales e internacionales. Las diferencias en las tasas de mortalidad materna e infantil en desmedro de los sectores pobres, en gran medida, son consecuencia de estilos de vida inadecuados y de la asimetría en el acceso – cultural y económico – a los servicios, atribuibles a las disparidades en ingreso, educación y condiciones básicas
de vida. Se aduce que es posible construir una práctica consensuada, supuesto que el comportamiento reproductivo se asuma mediando insumos adecuados para la toma de decisiones.

Percepciones gubernamentales sobre cuestiones de población
Históricamente la percepción de los gobiernos nacionales sobre las implicancias de la problemática poblacional fue y es ambivalente, dado
que se insiste en considerar al crecimiento poblacional como un factor permanentemente positivo, inducido – probablemente – por una  visión economicista que tiende a absolutizar las consecuencias de un mercado interno reducido, sin considerar suficientemente otros factores que intervienen en el proceso de desarrollo.
El argumento de economía de escala o de mercado reducido ha perdido validez por la vigencia del Mercado Común del Sur (Mercosur).
La posición gubernamental ha sido, tradicionalmente, de no intervención en la tasa de crecimiento poblacional; sin embargo ha promovido programas de salud materno-infantil, con componentes de planificación familiar de efectividad variable, además de la creación de pequeños programas de empleo de diseño puntual, restringidos adicionalmente por la inexistencia de políticas sociales donde insertarse orgánicamente. La reforma agraria y la colonización constituyeron los programas oficiales que, directa y pertinentemente, son vinculables a los procesos de redistribución de la población.
Documentos de la Secretaría Técnica de Planificación (STP, 1976; 1984), referidos a la dinámica de población, resaltaban explícitamente la necesidad de aumentarla, aunque advertían sobre los requerimientos de servicios sociales que el sistema económico debía solventar.
Existió una posición pro-natalista declarativa, no siempre reflejada en los planes sectoriales de salud y educación, que tendía a facilitar información y a proveer servicios orientados a conformar volitivamente el tamaño de la familia, en el marco de una paternidad responsable y servicios de promoción de conductas basadas en el autocuidado.
El Plan Nacional de Desarrollo (1985-1989) afirma (STP, 1984) la interrelación existente entre situación social y aspectos económicos, sociológicos y políticos. Señala como desafío básico del crecimiento con redistribución del ingreso la superación de restricciones estructurales
y de coyuntura, para lograr que los beneficios del desarrollo fluyan con equidad a los destinatarios finales. Estima que la cuestión social no puede constituirse en un elemento marginal en las directrices generales de asignación de recursos, que debe ser asumida como una inversión que funciona simultáneamente como causa y efecto de los procesos de desarrollo social, y no como un gasto siempre evitable ante la permanente escasez de recursos.

Evolución de la política de población en el país
La intervención del Estado es una constante en la historia nacional, y en lo que respecta a temas de población, su acción se vincula con la problemática de salud y bienestar familiar, con la reforma agraria y la creación de polos de desarrollo, antes que a consideraciones de naturaleza conceptual referidas a la elaboración de un modelo de sociedad y el delineamiento de estrategias de desarrollo, proceso de planificación en el cual la dinámica poblacional tiene un papel insoslayable.
Los diversos gobiernos nacionales evitaron de manera sistemática la formulación de políticas explícitas de población, especialmente las demográficas, eludiendo formalmente programas tendientes a la modificación de las tasas de natalidad. Al parecer se ha reconocido la conveniencia de no establecer metas demográficas y simultáneamente proveer servicios especializados que reclaman sectores de la comunidad.
La neutralidad de esa posición ha sido, en determinados períodos, sólo aparente ya que los compromisos asumidos en la prestación de servicios fueron de magnitud y características tales, que es posible asignarle efectos
demográficos aunque de muy difícil cuantificación.

Lo que dice la constitución
La Carta Magna del Paraguay consagra, en su Artículo 4, el derecho a la vida, y garantiza su protección, en general, desde la concepción. Obviamente, “en particular” se puede legislar y aceptar el aborto, tal como está sucediendo ahora en el tratamiento del nuevo código penal. 
El Artículo 6 establece la necesidad de realizar estudios sobre la realidad poblacional del Paraguay, en tanto que, en el 61, se reconoce
“... el derecho de las personas a decidir libre y responsablemente el número y la frecuencia del nacimiento de sus hijos, así como a recibir, en coordinación con los organismos pertinentes, educación, orientación científica y servicios adecuados a la materia. Se establecerán planes especiales de salud reproductiva, y salud materno infantil para la población de escasos recursos”. Dado que este derecho se refiere a las “personas”, puede interpretarse que incluye a hombres y mujeres adultos, así como a jóvenes que todavía no hayan constituido familia.

Estrategias
En diciembre de 1991 una Misión de Revisión de Programa y Desarrollo de Estrategias del Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP), con la colaboración – o cuando menos con la aprobación – del Gobierno, identificó y definió la estrategia (FNUAP, 1991) (Onu/Cepal/ Celade, 1993) que orientaría las intervenciones venideras en el área de población.
Los programas del sector público por lo general se han atenido formalmente a los delineamientos generales recomendados por el FNUAP. En tanto que las organizaciones privadas han desarrollado estrategias y acciones interventivas inducidas por entidades patrocinantes del exterior, especialmente en el campo de la planificación familiar, ofreciendo incluso servicios de esterilización masculina y femenina. Y dado que no existe un Plan Nacional de Desarrollo que especifique políticas o programas de población, se torna muy difícil evaluar lo que sea esa referida “estrategia de población”.

Estrategias globales
El documento define como “estrategias globales” la:
1) toma de conciencia sobre población y desarrollo: apela a que los niveles de decisión y técnicos esclarezcan la relación entre población y desarrollo; y dado que la temática poblacional no constituye prioridad se torna imprescindible impulsar debates e investigaciones, apoyados por acciones de difusión, que finalmente generen una masa crítica eficazmente sensibilizada ante lo poblacional;
2) participación comunitaria: se menciona la falta de participación comunitaria como un déficit que impide impulsar y ordenar el desarrollo
social; por tanto, se recomienda la promoción de todas las formas de participación comunitaria, empleando la capacitación, la asesoría y la captación de líderes comunitarios como instrumentos privilegiados de acción;
3) descentralización y administración municipal: la implementación de planes y programas no escapa a la constante de un Estado históricamente
centralizado, que interfiere y obstaculiza un buen desempeño. Existe una creciente aceptación de las ventajas de la descentralización, pero se está lejos de una visión razonablemente compartida de lo que conceptualmente
ésta sea y más distante todavía de un consenso operativo. Se recomienda realizar esfuerzos en concretar la descentralización, confiriendo mayor autonomía a los municipios y apoyo a entidades locales en el diseño y ejecución de programas de planificación familiar. Para ello se priorizan dos aspectos: capacitación administrativa y un plan de comunicación social;
4) cooperación sector público-privado: se reconoce la disposición del Gobierno a cooperar con el sector privado de las ONG’s y canalizar su experiencia en los programas existentes, principalmente en los ámbitos de salud y educación. Se recomienda, por tanto, diseñar e implementar acciones que complementen las potencialidades de los sectores público y privado en programas de población, con inclusión de estudios e investigaciones sobre el tema;
5) coordinación intersectorial e interagencial: la falta de coordinación entre sectores y agencias, traducida en una suerte de segmentación inarticulada del espacio institucional, es una de las falencias que más negativamente inciden en la falta de efectividad de la asistencia técnica. Se recomienda el reforzamiento de las estructuras de coordinación interinstitucional
para finalmente llegar a una instancia nacional de regulación;
6) formulación de una política de población: existe consenso generalizado que la definición de políticas explícitas contribuiría cuando menos a establecer un marco para orientar y armonizar las acciones del sector público y del privado.

Estrategias sectoriales
En el apartado de “estrategias sectoriales” se mencionan las siguientes:
1) población y desarrollo: ante la inexistencia de un plan global de desarrollo, las recomendaciones deben referirse obligadamente a la
planificación sectorial, especialmente en las áreas de salud y educación. La coordinación de estas acciones sectoriales es prerequisito de efectividad. Se recomienda, por tanto, capacitar en dinámica de población a funcionarios
responsables de planificar y ejecutar dichos programas; reforzar los niveles de coordinación intersectorial; diseñar investigaciones que esclarezcan las interrelaciones entre variables demográficas y socioeconómicas; consolidar la preservación de los recursos naturales y promover la defensa del medio ambiente; incorporar el tema de población y medio ambiente en las campañas de sensibilización y educación;
2) recopilación y análisis de datos en materia de población: la falta de información válida es crónica. Los censos de población sufren altos
niveles de omisión y su divulgación es tardía, el subregistro de los datos del Registro Civil es considerable, sobre todo el referido a inscripciones oportunas. En el marco de la descentralización, se recomienda desagregar la información censal a nivel de manzanas en zonas urbanas y de comunidades (compañías) en zonas rurales, para simplificar la toma de decisiones.
Se propone la implantación de procedimientos de integración de datos y la capacitación de funcionarios destinados a la certificación y registro
de datos vitales.
3) salud materno infantil y planificación familiar: es baja la cobertura de los servicios de planificación familiar con enfoque de riesgo, insertos
en programas de salud materno infantil. Dada la magnitud de la demanda no satisfecha, la Misión recomienda emplear un enfoque multisectorial y utilizar canales alternativos de información y comunicación que promuevan
la demanda y articulen la oferta de servicios. Asimismo, aconseja la realización de un estudio de necesidades como paso previo a la planificación de la oferta de servicios y de anticonceptivos, investigando al mismo tiempo los elementos socio-culturales que inciden en el comportamiento reproductivo. La mujeres campesinas son escogidas como sector prioritario, especialmente las adolescentes;
4) información, educación y comunicación en población: los aspectos resaltantes a ser enfocados son: escaso e inadecuado conocimiento
del tema a nivel de funcionarios, alta tasa de embarazo en adolescentes, concientización del público sobre las implicancias del tema poblacional
y la insuficiente comprensión de la relación población-desarrollo. El abordaje debe identificar a los diversos grupos sociales y reconocer las dificultades adicionales derivadas del bilinguismo como factores concluyentes en el diseño y ejecución de políticas diferenciadas.
El Ministerio de Educación debe proseguir con programas en ciencias naturales, sociales y educación sanitaria, creando una marco referencial
que posibilite conexiones integradas. Se recomiendan tres líneas de acción: concientizar a los diferentes actores sociales sobre el tema de población; promover una toma de decisiones informada sobre el comportamiento
reproductivo, y mejorar los conocimientos de los dirigentes sobre el tema de población;
5) mujer, población y desarrollo: los programas dirigidos a la mujer han adolecido inicialmente de una suerte de asistencialismo reivindicatorio,
cuyo efecto inmediato fue velar la problemática de la mujer como elemento específico y singular de las políticas de desarrollo e impedir su tratamiento desde la perspectiva de género. La estrategia recomendada tiene tres vías de acción: coordinación inter-institucional entre los distintos sectores con ingerencia en el campo de la planificación familiar, educación y salud de la mujer; capacitación del personal de campo, y fortalecimiento de los
grupos conformados en el interior de programas sociales ya existentes.

Planes nacionales de salud con incidencia en población
Los gobiernos nacionales diseñaron y ejecutaron diversos planes de salud.
Acciones sobre la mortalidad (1975/1982)         
Respecto a la mortalidad – obviamente la única política admisible es su reducción – el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social elaboró
y ejecutó un plan con los objetivos siguientes:
• extensión de los servicios a personas;
• aumento de acciones interventivas sobre el medio ambiente;
• expansión y mejoramiento de los servicios sanitarios.
La directriz fundamental se centraba en la reducción de los riesgos de enfermedad y muerte, atribuibles a insuficiencias en la atención materno-infantil y de las enfermedades transmisibles. Se puso énfasis en la atención
rural, el saneamiento ambiental y la provisión de servicios sanitarios básicos.
Posteriormente, el Plan Quinquenal tuvo continuidad en el Plan de Salud para el Bienio 1981/1982, derivado de una evaluación de impacto que propició ajustes operativos. Subsiguientemente entró en vigor el Proyecto para la Extensión de la Cobertura de los Servicios de Salud, con el objetivo básico de extender la cobertura a toda la población, centrado en asentamientos menores de 2.000 habitantes, y presidido por un sistema de captación y derivación que abarcaba desde la atención primaria hasta casos de alta complejidad. Dicho proyecto, inspirado en la filosofía de “salud
para todos en el año 2.000”, tenía metas de aumentar a 70 años la esperanza de vida al nacer; reducir la mortalidad infantil a 30 por mil nacidos vivos; inmunizar al 100% de los niños menores de 1 año y al 100% de las embarazadas contra tétano neonatorum; aumentar la cobertura de agua potable y saneamiento básico.

Programas de población y salud familiar
En relación con la fecundidad, los sucesivos gobiernos se abstuvieron de formular políticas explícitas. En el decenio de 1960, planificadores y expertos en salud pública detectaron notorias deficiencias en el ámbito de la salud maternoinfantil, coincidiendo con una incipiente demanda urbana de servicios de planificación familiar.
Estas actividades específicas se inician en agrupaciones privadas y, entre 1972 y 1978, son incorporadas oficialmente al Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social. Durante el período 1980/1987, los servicios oficiales ofrecieron planificación familiar exclusivamente en base al método Billing, restableciéndose en 1988 la oferta médica completa en planificación familiar, como parte de un sub-programa de protección familiar en el marco del Programa Nacional de Salud Materno-Infantil. Además,
el proceso de modernización que afectó principalmente a las áreas urbanas con la consecuente expansión de la escolarización, el ingreso de la mujer al mercado de trabajo y la urbanización contribuyeron espontáneamente a
incrementar la demanda por servicios de planificación familiar para adecuar el tamaño familiar a nuevas concepciones culturales.

Programas de educación en población
El Ministerio de Educación y Culto (MEC) por medio del Departamento de Curriculum, inserta los temas de población en los planes de estudio desde el nivel primario hasta el nivel superior.
Los temas de Educación en Población se adecuan a las especificidades de distintas materias, tales como, Estudios Sociales, Ciencias Naturales y Comunicación, entre otras. Las actividades relativas a Educación en Población encuentran su antecedente inmediato en el Proyecto PAR/79/P10 con el FNUAP, cuyos objetivos específicos son: enriquecer el curriculum y reforzar el apoyo a los docentes y capacitar a supervisores y técnicos...
Estas acciones tuvieron continuidad en el Proyecto FNUAP/PAR/88/P02 sobre “Educación Familiar y Población”, que realizó un censo entre cuyos objetivos figuraba el de “detectar la validez y el grado de aceptación de los contenidos de Educación Familiar y Población incluidos en el nivel  primario”.
Plan nacional de salud reproductiva (NU-1996) (MSPBS-FNUAP-OPS, 1996)
Entre los años 1988 y 1992, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP) conjuntamente con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), mediante el Proyecto PAR/88/ P01, decidieron apoyar el Programa Nacional de Salud Familiar, cuyos objetivos eran fortalecer la capacidad del programa integral de salud materno infantil... y contribuir a  implementar la planificación familiar, el control prenatal, la atención del parto institucional y del post parto, control del crecimiento y desarrollo del niño, la detección oportuna del cáncer de cuello uterino y de la mama.
En 1993 se diseñó y ejecutó un proyecto puente de “Apoyo a la Salud Reproductiva y Planificación Familiar”, con el propósito de conferir continuidad a las acciones emprendidas con anterioridad. Finalmente, en 1996, se elabora el Plan de Salud Reproductiva y Planificación Familiar, cuyo objetivo general es:
“Contribuir al desarrollo de la capacidad nacional y al mejoramiento de los programas, proyectos y servicios de salud reproductiva y favorecer los procesos de desarrollo integral de la familia, de la mujer y del adolescente y de la comunidad; al conocimiento y aplicación de los derechos reproductivos; potenciar la igualdad y la equidad entre hombres y mujeres; y contribuir con los aspectos de salud, educación, legales y laborales que se vinculan con la problemática de la salud reproductiva y la planificación
familiar”.
El plan abarca áreas de salud, educación, mujer y desarrollo, información-educación-comunicación, participación social e investigación. Adopta como estrategia la conformación de un Consejo Nacional de Salud Reproductiva y Planificación Familiar, integrado por representantes de instituciones públicas nacionales y de cooperación técnica, con la directriz de concentrar y ordenar los esfuerzos. Estratégicamente, se trata de concertar institucionalmente, de movilizar recursos, de investigar y
difundir información válida, de informar, educar y comunicar; de organizar la participación social y la comunitaria, de capacitar y desarrollar recursos humanos, simultáneamente con el fortalecimiento de los espacios locales de acción directa y el mejoramiento de los servicios para facilitar su acceso, para todo lo cual se requiere la participación y cooperación técnica y financiera de las instituciones internacionales.

El plan de desarrollo social
El gobierno nacional, con asesoramiento del PNUD, elaboró un plan de desarrollo social (SAS, 1996), con el propósito de responder a las crecientes demandas enraizadas en el empobrecimiento creciente de la población y en el deseo de consolidar la democracia como forma de gobierno. Un análisis detallado del plan excede los propósitos del trabajo; sin embargo, es pertinente señalar con énfasis que, a pesar de la densidad técnica y de su enfoque participativo, no incorpora la población como eje de concepción. No es de extrañar la existencia de contradicciones en los delineamientos de políticas sujetos a visiones diferentes y recursos permanentemente escasos, pero creer que la población es sólo un dato dado para la definición de políticas sociales es ignorar su papel en los procesos de desarrollo, en los políticos y en la planificación misma. Es generalmente aceptado que las políticas sociales son complejas y, por lo mismo, proclives a guardar bolsones de incoherencias. Un factor que podría reducir este riesgo es que las políticas sociales estén sustentadas o conlleven directrices sobre el tema de población.

POLÍTICAS DE POBLACION Y SALUD REPRODUCTIVA 113
Interrogantes a modo de conclusión
Uno de los problemas fundamentales que acarrea la complejización de las interrelaciones sociales es la consagración del poder del peritaje y la progresiva disminución o la banalización del debate público. Los criterios de decisión se convierten en criterios técnicos y se abandonan los criterios de sentido. Esta perspectiva es particularmente importante en lo que se refiere a población, ya que puede darse una suerte de confiscación de la posibilidad de decidir ejercida por el peritaje, grave para el ciudadano quien, en el proceso de mediación efectuado por el saber técnico, pierde la perspectiva del fin último y sólo percibe la realidad de la coacción que permean las decisiones políticas.
Persisten algunos interrogantes sobre la naturaleza de las percepciones en relación a las cuestiones de población, que en definitiva plantean tres abordajes posibles: como problema demográfico; como limitaciones de los factores demográficos al logro de metas de desarrollo; y como vínculos entre los factores de población, medio ambiente y desarrollo.
A la natural complejidad del tema se agrega la incapacidad gubernamental para definir cuál es el núcleo de nuestra problemática poblacional.
A tenor de las últimas tendencias, se sugiere que la problemática poblacional paraguaya sea planteada básicamente como problema demográfico, ya que parece constituir un modo adecuado de abordar las implicaciones más visibles de las cuestiones de población.
Y si el problema es demográfico, las variables pasibles de intervención son la fecundidad, la migración y la mortalidad. Respecto de la última, social y moralmente sólo es admisible su reducción y si la migración es de difícil control, resta la fecundidad como la única variable para ejecutar políticas de población.
Además, la inexistencia de planes de desarrollo, conjuntamente con falta de información adecuada y fiable, tornan prácticamente inviable la posibilidad de plantear en otros términos dicha problemática.
Pero la adopción de esta perspectiva sobredetermina algunos aspectos del problema que es necesario dilucidar: en qué consiste exactamente nuestro problema demográfico ¿crecimiento, tamaño, estructura, distribución, densidad? Qué tipo de enfoque es pertinente: ¿parcial o contextual, holístico o sectorial? Tampoco hemos definido si tenemos algún ideal de
población, y si el hacerlo ¿implica establecer metas demográficas cuantitativas?
A nivel nacional y regional ¿existe una relación negativa entre la situación alimentaria y la poblacional? La situación educacional, sanitaria, de empleo, ambiental ¿avalan la necesidad de una política explícita de población? El gobierno sabe y puede ¿cuándo, cómo, bajo qué criterios aplicar una política de población? ¿Existe alternativa válida a la implantación de una política de población? En realidad, pareciera que en nuestro país no se ha debatido suficientemente el por qué de una política de población. Existe un estado de indefinición tal – conceptual y operativa –
que tanto las instituciones públicas como las privadas, en la práctica, hacen lo que quieren y más frecuentemente, lo que pueden. Si se corresponde con los programas, está bien, si no, igual está bien, porque de algún siempre es insuficiente.
Por lo demás, los organismos oficiales persisten absurdamente en requerir idoneidad ideológica antes que profesional, lo que reproduce la inopia operativa y vuelve a repetirse el ciclo de la inefectividad.
Dados los condicionamientos que se desprenden del planteamiento básico de considerar los problemas de población en su aspecto demográfico, del nivel de conciencia existente, de la viabilidad política y económico-financiera y de la capacidad de gestión de los organismos involucrados ¿qué diferencia habría entre una configuración futura con política y sin política de población?
Por otra parte, los estudios demográficos nacionales ¿permiten determinar con exactitud el estado inicial (base line) a partir del cual se puede diseñar un modelo hacia al cual dirigirnos?
Finalmente, de acuerdo a numerosas conclusiones y recomendaciones de organismos nacionales e internacionales, una política de población sólo puede tener éxito cuando se integra a políticas de desarrollo socio-económico exitosas: ¿cómo sería el caso paraguayo que además de adolecer de planificación económico- social insuficiente sufre enormes conflictos sociales y una acentuación de la pobreza crítica?

Agradecimiento
Al Dr. Esteban Ferro, del Comité Científico del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Salud, por la traducción del resumen.


Referencias
CEPEP/DHS (Centro Paraguayo de Estudios de Población/Demographic and Health Surveys), 1990.Encuesta Nacional de Demografía y Salud. Asunción:Cepep.
CEPEP/CDC/USAID (Centro Paraguayo de Estudios de Población/Centros para el Control de Enfermedades/ Agencia de los Estados Unidos para el
Desarrollo Internacional), 1996.
 Paraguay: Encuesta Nacional de Demografía y Salud Reproductiva 1995-1996 (Cepep-Endsr-95/96). Informe Preliminar.
Asunción: Cepep.
DGECE (Dirección General de Estadísticas, Censos, y Encuestas), 1950. Censo Nacional de 1950. Asunción: Secretaría de Planificación de la Presidencia de la República.
DGECE (Dirección General de Estadísticas, Censos, y Encuestas), 1950. Censo Nacional de 1962. Asunción: Secretaría de Planificación de la Presidencia de la República.
DGECE (Dirección General de Estadísticas, Censos, y Encuestas), 1950. Censo Nacional de 1972. Asunción: Secretaría de Planificación de la Presidencia de la República.
DGECE (Dirección General de Estadísticas, Censos, y Encuestas), 1950. Censo Nacional de 1982. Asunción: Secretaría de Planificación de la Presidencia de la República.
DGECE (Dirección General de Estadísticas, Censos, y Encuestas), 1950. Censo Nacional de 1992. Asunción: Secretaría de Planificación de la Presidencia de la República.
DGEC (Dirección General de Estadística y Censos), 1981. Encuesta Nacional de Fecundidad, 79, Asunción: Secretaría de Planificación de la Presidencia de la República.
MSPBS/OPS (Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social/Oficina Panamericana de la Salud), 1989.
Tasas de Mortalidad Materno-Infantil. Asunción: MSPBS. (mimeo.)
MSPBS/ONU/FNUAP/OPS (Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social/Naciones Unidas, Fondo de Población/Organización Panamericana de la Salud), 1996.
Plan Nacional de Salud Reproductiva del Gobierno del Paraguay. Asunción: MSPBS. ONU (Organización de las Naciones Unidas), 1974.
Población y Desarrollo en América Latina. Ginebra:
Consejo Económico y Social, Comisión para América Latina.
ONU/CEPAL/CELADE (Organización de las Naciones
Unidas), 1993.
Población Equidad y Transformación Productiva. Santiago de Chile: ONU. SAS (Secretaría de Acción Social), 1996.
Plano de Desarrollo Social del Paraguay: una Convocatoria a
la Sociedad Paraguaya. Asunción: Presidencia de la República.
STP (Secretaría Técnica de Planificación), 1976.
Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social 1977-
1981. Síntesis del Diagnóstico Socio-económico.
Tomo I. Diciembre. Asunción: Presidencia de la
República. STP (Secretaría Técnica de Planificación), 1984.
Plan nacional de Desarrollo. Período 1985-1989. Síntesis del Diagnóstico Global y Sectorial. Tomo I. Versión Preliminar. Octubre. Asunción: Presidencia de la República.

VELAZQUEZ, R. E., 1972. La Población del Paraguay en 1962. Asunción:Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos. Colección de Reimpresiones.